Esta teoría sostiene que “los escritores de la Biblia fueron inspirados de la misma manera que los escritores modernos son inspirados”. En otras palabras, así como Cervantes tuvo un talento único para escribir novelas, poemas y dramas, los escritores de la Biblia fueron personas únicas con talentos únicos, pero esos talentos no fueron mediados sobrenaturalmente y es por tanto una producción humana.
Esta teoría destrona a la Biblia de su lugar especial como un libro inspirado, y la consigna a un espacio común entre los libros humanos. Desde luego, esta teoría adolece de muchas deficiencias y se opone directamente a las reclamaciones bíblicas.
En su libro Fortifique su Fe, Wayne Jackson señaló: Se debe rechazar esta teoría por las siguientes razones:
- Transforma a los escritores del NT en mentirosos, ya que ellos declararon que el Espíritu Santo fue la fuente de sus escritos.
- Los documentos bíblicos son inmensamente superiores a la producción humana más hábil.
- Deja a la maravillosa unidad de la Biblia como un misterio inexplicable.
- Si las Escrituras fueran el resultado del genio humano, los genios modernos las harían obsoletas. En cambio, la Biblia continúa siendo el libro más vendido en el mundo.
No existe duda que la Biblia trasciende al intelecto humano, es incomparable a cualquier obra humana, y ciertamente, desafía cualquier explicación naturalista. En última instancia el lector de la Escritura tiene que tomar una postura y hacer una elección. O bien la Biblia es lo que afirma ser – la Palabra inspirada de Dios- y un libro en qué confiar, como si Dios lo hubiese escrito por sí mismo, sin autores humanos, o tiene que ser considerada como un libro que no sustancia sus afirmaciones y no es, ciertamente, la Palabra de Dios.