“Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová”. Deuteronomio 34:5
El Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia, ha sido tradicionalmente atribuido a Moisés. Sin embargo, ciertos pasajes, como la narración de la muerte de Moisés y eventos posteriores a su vida, han sido citados por los críticos como ejemplos de anacronismo, ya que describen eventos que ocurrieron después de la vida de Moisés. Esta crítica sostiene que sería imposible para Moisés escribir sobre su propia muerte, sugiriendo que estos pasajes fueron añadidos posteriormente por otros autores.
Una perspectiva más amplia y contextualizada sugiere que esta aparente contradicción puede ser entendida de manera más coherente dentro de los principios de la crítica textual y la teología histórica. Los estudiosos que defienden la unidad y la integridad del Pentateuco argumentan que el texto no debe ser leído de manera anacrónica en el sentido moderno del término.
Para abordar esta cuestión, es esencial entender cómo los antiguos textos sagrados eran compuestos y transmitidos. En las culturas antiguas, la autoría no siempre se entendía de la misma manera que en el contexto moderno. La atribución de un texto a una figura histórica importante, como Moisés, no necesariamente implicaba que esa persona escribiera cada palabra del texto. Más bien, podría significar que el texto se originaba en la tradición o la escuela de pensamiento asociada con esa figura. Así, aunque Moisés es visto como el autor principal del Pentateuco, esto no excluye la posibilidad de que otros hayan añadido comentarios, actualizaciones o narraciones complementarias después de su muerte[1].
Por lo tanto, el pasaje de Deuteronomio 34, que describe la muerte de Moisés, puede ser interpretado como un epílogo añadido por un escriba posterior. Esta práctica no era inusual en la literatura antigua. Los escribas, quienes eran responsables de copiar y preservar los textos, a menudo añadían notas explicativas, genealogías, y conclusiones para completar la historia o para proporcionar contexto adicional a las generaciones futuras. Así que, la inclusión de la muerte de Moisés en el Pentateuco no necesariamente debe ser vista como un anacronismo, sino como parte de una tradición más amplia de composición y preservación textual.
Además, la narrativa de la muerte de Moisés cumple una función teológica significativa en la estructura del Pentateuco. Sirve como una transición crucial entre el liderazgo de Moisés y el de Josué, estableciendo el escenario para la entrada de los israelitas a la Tierra Prometida. Este cierre no solo honra la vida y liderazgo de Moisés, sino que también refuerza la continuidad de la historia del pueblo de Israel. Desde esta perspectiva, el pasaje es una conclusión natural y necesaria para la narrativa del Pentateuco.
La figura de Moisés como autor es simbólicamente significativa, representando la entrega de la Ley y la revelación divina. Incluso si se reconoce que ciertas partes del Pentateuco pudieron haber sido añadidas o editadas posteriormente, esto no disminuye el valor religioso y espiritual del texto en su conjunto. La tradición sostiene que Moisés, bajo la inspiración divina, fue el autor principal del Pentateuco y punto, y que cualquier adición posterior se hizo con la intención de preservar y clarificar su mensaje.
[1] Longman, T., & Dillard, R. B. (2006). Introducción al Antiguo Testamento (p. XX). Editorial Clie.