Los Masoretas

El término “masorah” deriva de la raíz hebrea “atar”. Otros consideran que viene del verbo “transmitir”, de allí que “masorah” significa “tradición”. La “masorah” comienza a desarrollarse alrededor del año 500 d.C. y tiene vigencia hasta el año 1000 d.C.

A partir del siglo VI los “masoretas” toman el lugar de los “sóferim”, además de la labor de copiado, los masoretas introdujeron un aparato textual a cuya luz se interpretó la Sagrada Escritura. Los eruditos hebreos se dedicaron a incorporar y unificar las tradiciones de puntuación, vocalización, acentuación y división de los textos en hebreo, hasta ese momento de estructura consonántica. Sus copias manuscritas se llamaban «textos masoréticos».

La masorah cumple una doble función:

  • Conservar la integridad del texto.
  • Interpretar el texto.

Existieron tres “tradiciones” o “escuelas” de masoretas: una en Babilonia, otra en Palestina y otra en Tiberiades (Galilea). Con el pasar de los siglos fue imponiéndose la “tradición tiberiense”. En Tiberiades convivieron a su vez dos “corrientes”, la de la familia de los Ben Aser, y la de los Ben Neftalí. Cada una representaba ciertos rasgos propios. Entre ambas prevaleció la de Ben Aser. El más famoso de los Ben Aser fue el último expositor de la escuela, Aarón Ben Moisés Ben Aser. A esta familia se atribuyen los Códices de Alepo y el códice de Leningrado (los textos masoréticos de mayor antigüedad disponibles).

Los masoretas asumieron la responsabilidad de realizar las copias de las Escrituras del AT. A fin de comprobar su trabajo, los masoretas utilizaron diversos sistemas. Para no omitir ni una sola letra del texto bíblico, iban al extremo de contar tanto las palabras como las letras de cada libro, y después de copiar un libro, contaban las palabras de la copia, para estar seguros de que no habían omitido ni añadido palabra alguna a la copia.

Para darnos una idea de lo que hacían los masoretas para preservar las escrituras, enlisto una serie de condiciones que seguían a la hora de realizar su trabajo de copiar un manuscrito de las Escrituras del AT a otro. Estas características, a ti y a mí nos deben dar un alto nivel de confianza en las traducciones fieles que tenemos de la Biblia hoy en día lo que viene a corroborar el origen sobrenatural de la Palabra puesto que ningún otro libro de la historia, es ni ha sido transmitido como la Biblia. 

  • Las pieles de los animales que se utilizaban para un manuscrito debían ser de animales limpios.
  • Las pieles debían ser preparadas por un judío.
  • Las piezas de pieles se debían unir por hilo hecho con pelo de animales limpios.
  • Cada pergamino debía tener la misma cantidad de columnas y ellas del mismo tamaño.
  • Las columnas debían tener un ancho de 30 letras  y no menos de 48 o más de 60 renglones.
  • La columna debía iniciar con una letra completa y terminar con no menos de 4 palabras.
  • La tinta debía ser negra preparada de una forma especial.
  • El copista estaba obligado a escribir todo copiando sin hacer nada de memoria.
  • El espacio entre consonantes debía medirse con el ancho de un hilo o de un cabello
  • El espacio entre secciones debía ser igual a nueve consonantes.
  • Entre cada libro debían dejarse tres renglones de espacio.
  • El quinto libro de Moisés debía terminarse con una línea completa.
  • El nombre de Dios no debía escribirse con una pluma recién empapada y.
  • El escriba al copiar el manuscrito debía estar vestido con un atuendo judío completo.

Como vez ¿Es o no confiable las copias del AT del texto masorético?

Se dice de los masoretas, calcularon que letra se encontraba a mitad del Pentateuco, que frase se encontraba a mitad de cada libro y cuántas veces aparecía en las Escrituras hebreas cada letra del alfabeto; pues se afirma que contaban las 815,140 letras de las Escrituras hebreas. Tal minuciosidad garantiza un alto grado de fidelidad en la preservación y pureza del texto original del AT de la Palabra de Dios.

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Geycer Paredes

Pastor - Maestro de la Biblia, Coordinador académico de la Universidad Bíblica de las Américas en Perú. Autor de libros relacionados con la hermenéutica e Historia Bíblica. Director académico en el Instituto Bíblico Betania.

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