La Circuncisión (Un enfoque científico)

«A la edad de ocho días, será circuncidado entre vosotros todo varón por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.» Génesis 17:12

Dios mandó a Abraham que circuncidara a los recién nacidos varones de edad de ocho días como señal del pacto antiguo. Este requerimiento divino pasó desapercibido por milenios—hasta que nuevos estudios médicos a comienzos del siglo XX descubrieron hallazgos impresionantes.

Las plaquetas, la vitamina K y la protrombina se encargan de la coagulación de la sangre—lo cual es muy importante en cualquier proceso quirúrgico.

La protrombina es una proteína clave en el proceso de coagulación sanguínea. La vitamina K es esencial para la síntesis de varias proteínas relacionadas con la coagulación, y la protrombina es una de ellas, la producción de esta vitamina en cantidades suficientes por parte del organismo del bebé no alcanza niveles óptimos hasta algunos días después del nacimiento[1].

Esta es la razón por la cual la circuncisión y otros procedimientos médicos que pueden implicar algún sangrado se realizan típicamente después de los primeros días de vida, cuando los niveles de vitamina K comienzan a aumentar.

El recién nacido comienza a producir vitamina K en cantidades adecuadas a partir del quinto día. Por ende, sería prudente posponer cualquier procedimiento quirúrgico los primeros cuatro días para evitar hemorragia. Aunque este hecho ya es remarcable (a la luz de la revelación bíblica), interesantemente, para el octavo día, el nivel de protrombina se eleva hasta el 110%, haciendo que el octavo día sea el día más seguro en la vida de un varón para la circuncisión.

Por otro lado, estudios modernos han demostrado que los niveles de ciertos factores de coagulación y la inmunoglobulina aumentan alrededor del octavo día, lo que podría ayudar en la cicatrización y la protección contra infecciones.[2]

En el contexto de la inmunoglobulina, se hace referencia a las proteínas del sistema inmunológico que desempeñan un papel crucial en la defensa del cuerpo contra infecciones y enfermedades. La inmunoglobulina, también conocida como anticuerpo, se produce en respuesta a la presencia de antígenos, como bacterias o virus.

En relación con la circuncisión y la mencionada protección contra infecciones, se ha observado que los niveles de inmunoglobulinas, específicamente inmunoglobulina G (IgG), aumentan alrededor del octavo día de vida. IgG es un tipo de anticuerpo que puede proporcionar inmunidad pasiva, ya que puede transferirse de la madre al feto durante el embarazo y también puede aumentar en el recién nacido después del nacimiento.

Este aumento de la inmunoglobulina G puede brindar cierta protección contra infecciones alrededor del octavo día, lo que podría contribuir a la seguridad del procedimiento de circuncisión.

¿Es que acaso todos estos detalles científicos son pura casualidad?


[1] «Coagulación sanguínea», de los autores José Luis Rodríguez Fernández y José Luis Rodríguez López, pag. 31

[2] Inflamación y reparación tisular, de Deitch et al., 3ª edición, capítulo 11, página 223.

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Geycer Paredes

Pastor - Maestro de la Biblia, Coordinador académico de la Universidad Bíblica de las Américas en Perú. Autor de libros relacionados con la hermenéutica e Historia Bíblica. Director académico en el Instituto Bíblico Betania.

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