Esta obra contiene solamente los cinco libros de Moisés. Está escrita en caracteres hebreos antiguos, como los que usaban los judíos antes del cautiverio babilónico. Aunque en el siglo IV ya la conocían algunos dirigentes de la iglesia como Eusebio y Jerónimo, no fue sino hasta el siglo XVII que los eruditos de occidente supieron de ella. En efecto, en 1616 algunos cristianos le compraron un manuscrito a la comunidad samaritana de Damasco y lo llevaron a París. Desde entonces se han descubierto otros varios manuscritos samaritanos, el más antiguo de los cuales data probablemente del siglo X d.C.
El texto del Pentateuco Samaritano ha seguido un curso independiente del texto masorético. En efecto, difiere del último en unos 6000 lugares.
Conviene que se considere el origen del pueblo samaritano así como el de la obra que lleva su nombre. Cuando los asirios invadieron Israel, el reino del norte, deportaron una gran parte de la población. En su reemplazo trajeron pueblos de otras tierras (2 Reyes17:23,24). De los matrimonios mixtos entre estos pueblos gentiles y el remanente israelita que quedó en la tierra se originó el pueblo samaritano (2 Crónicas 30:6-11). Años después los babilonios invadieron Judá, el reino del sur, y también deportaron una parte de la población.
Durante el reinado de los persas regresó una parte de los deportados para reconstruir el templo de Jerusalén, los samaritanos se ofrecieron para cooperar con ellos; pero los judíos rechazaron su oferta (Esdras 4:1-3). Como resultado de este rechazo, los samaritanos molestaron a los judíos, calumniándolos y estorbando la reconstrucción del templo. Por último construyeron su propio templo en el monte Gerizim.
Desde entonces han formado un pueblo separado de los judíos. En nuestros días subsisten dos pequeñas comunidades samaritanas en Palestina. No sabemos con certeza cómo los samaritanos llegaron a poseer un manuscrito de los libros de Moisés, los únicos que ellos aceptan como canónicos. Posiblemente el sacerdote que les enseñó la ley de Dios tenía una copia de ella, o bien Tobías el amonita sustrajo una del templo (2 Reyes 17:27,28; Nehemías 13:4-8). Hasta puede que el hijo del sacerdote Joiada se haya llevado una consigo cuando fue expulsado por Nehemías (Nehemías 13:28).