Sabemos que la frase “inspirada por Dios” significa “soplada o dada por el aliento de Dios”. Pero ¿cómo podemos estar seguros na
La evidencia interna tiene que ver con la estructura misma de las Escrituras. Es decir, es la evidencia que se puede obtener del mismo texto bíblico.
1. La Biblia misma reclama su Inspiración
La reclamación de inspiración no es una práctica común. Muchos libros han reclamado cierta clase de honra o autoridad, pero pocos libros han reclamado inspiración divina para sus escritos. Kenny Barfield ha señalado en su libro, “Por qué la Biblia es Número 1”, que existen alrededor de siete documentos en todo el mundo que reclaman abiertamente inspiración divina. Pero la Biblia tiene reclamaciones implícitas y explícitas.
1.1. Reclamaciones Implícitas
La Biblia está llena (de principio a fin) de reclamaciones implícitas de inspiración divina. Las expresiones como, “El Señor dice”, “Vino palabra de Jehová”, “Así ha dicho Jehová”, etc., son comunes y abundantes en la Biblia (Éxodo 7:17; Jueces 6:8; 1 Samuel 15:10; 1 Reyes 6:11; Isaías 7:7; 28:16; 48:17; 1 Timoteo 4:1). De hecho, aquellos que han tratado de contar estas y otras expresiones similares, han calculado que sólo en el Antiguo Testamento hay algo de 2,600 reclamaciones de inspiración. Estas expresiones confirman que la Biblia reclama tener su origen en Dios.
1.2. Reclamaciones Explícitas
Pero la Biblia no solamente contiene expresiones implícitas de inspiración, sino reclama explícitamente que sus escritos son inspirados. Moisés escribió en Números 36:13: “Estos son los mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel”. Pablo escribió en 2 Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. Y Pedro agregó: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21; cf. 1 Corintios 2:13; 14:37; Hebreos 4:12; 5:12; Apocalipsis 1:1). No existe duda que la Biblia reclama inspiración divina.
Ahora, alguien puede estar pensando, “Bueno, esto realmente no prueba que la Biblia sea inspirada. Es decir, el hecho que un libro reclame ser inspirado por Dios no prueba que lo sea”. Esta lógica es correcta. Pero el punto es que no podemos defender la inspiración de un libro que no reclama ser inspirado por Dios. Si la Biblia no reclamara ser inspirada por Dios, entonces sostener su inspiración no tuviera sentido. Por tanto, no se pretende usar la reclamación de inspiración para sostener la inspiración bíblica, sino se usa como un punto de partida para su estudio y entendimiento.
2. El cumplimiento de las Profecías
Si Dios inspiró la Biblia, y si Él es omnisciente (Salmos 139:1-4), es decir, tiene el conocimiento completo de todas las cosas—incluyendo el futuro, entonces, se debe esperar que la Palabra que Dios inspiró contenga profecía predictiva que halla su cumplimiento exacto mucho tiempo después de ser predicha. La Biblia contiene innumerables ejemplos de esta clase de profecía, y en efecto, la profecía predictiva es una de las pruebas principales que la Biblia tiene un origen divino (Jeremías 28:9; cf. Deuteronomio 18:22). Observemos estos ejemplos:
2.1. Profecía hacia el pueblo Asirio
En cuanto a Nínive, el profeta Nahúm detalló que la ciudad sería destruida por una inundación (2:6-8), y quemada (1:10; 2:13); sus riquezas serían saqueadas (2:9-10); sus defensores serían embriagados al aproximarse la guerra (1:10; 3:11); sus líderes serían muertos (3:10,18); permanecería en ruinas por siglos (1:14; 3:7); y el pueblo asirio desaparecería (1:14; 2:13). La historia registra que esto sucedió exactamente como Nahúm lo predijo. Nínive fue destruida en el 612 a.C. y la profecía fue dicha 50 años antes aprox.
2.2. Profecía sobre la caída de Tiro
Ezequiel profetizó la caída de Tiro en gran detalle. Mencionó que Nabucodonosor haría estragos en la ciudad (26:7-8); muchas naciones se levantarían contra Tiro (26:3); la ciudad sería dejada como una peña lisa (26:4); la madera, piedras y polvo de la ciudad serían arrojados al mar (26:12); el lugar llegaría a ser tendederos de redes (26:5); y la ciudad nunca sería reedificada a su gloria antigua (26:14). El asedio fue extremadamente largo, aproximadamente desde el 587 a.C. hasta el 574 a.C.
En su libro, Science Speaks (Habla la Ciencia), Peter Stoner dice que esta profecía completa referente a Tiro, considerando todos los detalles, usando el principio de la probabilidad, tenía la probabilidad de cumplirse de uno en cuatrocientos millones. Otra vez, la historia atestigua a favor de esta profecía.
2.3. Profecía acerca de individuos
La Biblia también contiene profecías acerca de individuos. En 1 Reyes 13:2, un profeta de Dios predijo la obra del Rey Josías (e incluso le mencionó por nombre) algo de tres siglos antes de su nacimiento (cf. 2 Reyes 23:15-16). Isaías también proveyó proféticamente el nombre de Ciro, futuro rey de Persia, y reveló algunas de sus obras reales alrededor de un siglo y medio antes del nacimiento del rey (44:28; 45:1 cf. 2 Crónicas 36:23; Esdras 1:2).
2.4. Profecías sobre el Mesías
Aunque los ejemplos anteriores, y muchos otros como estos por ejemplo Isaías 19; Jeremías 50, muestran que una Mente omnisciente inspiró la Biblia, la evidencia profética para la inspiración de la Biblia alcanza su cenit en las predicciones antiguas en cuanto al Mesías venidero.
El Antiguo Testamento contiene más de 300 profecías respecto a la primera venida de Jesucristo. No hay duda de que estas profecías son de Dios porque los manuscritos datan desde antes del nacimiento de Cristo. Estos no fueron escritos después del evento, sino antes de él. Entre otras cosas, el Mesías debía:
- Nacer de una virgen (Isaías 7:14), en Belén (Miqueas 5:2).
- Ser de la tribu de Judá (Génesis 49:10), del linaje de David (2 Samuel 7:12).
- Aparecer en el tiempo del reino romano (Daniel 2:44).
- Ser precedido por un anunciador (Malaquías 3:1).
- Realizar milagros (Isaías 35:5-6).
- Predicar el Evangelio (Isaías 61:1-2).
- Ser rechazado entre los hombres (Isaías 53:3).
- Ser traicionado por un amigo (Salmos 41:9).
- Ser vendido por 30 piezas de plata (Zacarías 11:12).
- Llevar nuestras enfermedades, dolores y pecado (Isaías 53:4-6,11).
- Ser guiado a la muerte sin ofrecer resistencia (Isaías 53:7).
- Sufrir la perforación de Sus manos y pies (Salmos 22:16).
- Ser contado con los pecadores (Isaías 53:12).
- Orar por Sus trasgresores (Isaías 53:12).
- Ser despojado de sus vestiduras, y sus vestiduras repartidas y sorteadas (Salmos 22:18).
- Ser traspasado (Zacarías 12:10).
- Ser sepultado con los ricos (Isaías 53:9).
- Levantarse de los muertos (Salmos 16:10).
- Ascender al trono de Dios (Salmos 110:1).
Todas estas profecías se cumplieron en mínimo detalle (cf. Mateo 1:1,18; 2:1; 3:1-12; 4:23; 26:14-16; 27:57-60; 28:1-10; Marcos 15:13-14; Lucas 2:1-7; 23:34; Juan 19:9-18,34; 20:25,30-31; Hechos 2:29-36; Hebreos 7:14; 10:12).
Los profetas antiguos proclamaron sus predicciones mesiánicas cientos de años antes que el Mesías pisara la Tierra. La Septuaginta se completó casi dos siglos antes del nacimiento de Jesús. Por ende, la sugerencia que estas profecías se escribieron después de la aparición de Jesús contradice la evidencia. Además, ya que el texto del Antiguo Testamento estuvo completo y traducido al griego mucho tiempo antes del nacimiento del Mesías, es imposible que Jesús hubiera manipulado las profecías para calzar Su vida y actividades—y mucho menos manipulado las circunstancias que estuvieron fuera de su alcance (por ejemplo: Su nacimiento virginal y el lugar de Su nacimiento).
Algunos matemáticos han calculado la probabilidad que solamente 16 de estas predicciones mesiánicas se cumplieran “por casualidad” en un hombre como 1 en 1045. Jesús cumplió cada una de las cientos de predicciones mesiánicas. Sería imposible concebir tal probabilidad.
No existe ningún otro libro, antiguo o moderno, como este. Las profecías peregrinas, y generalmente erróneas, de personas como Jeane Dixon, Nostradamus, Edgar Cayce, y otros como ellos, de ningún modo se pueden considerar de la misma categoría; lo mismo se puede decir sobre libros de otras religiones, tales como el Corán, los Anales de Confucio, y escritos de religiones símiles. Únicamente la Biblia manifiesta esta clara evidencia profética, y lo hace de tal manera que cualquier otra explicación resulta absurda, si no es por revelación divina.
3. La unidad de la Escritura
La Biblia fue escrita por 40 escritores humanos durante un período que abarca aproximadamente 1,600 años. Había una gran diversidad entre estos hombres. Moisés era un líder político; Josué, un líder militar; David, un pastor; Salomón, un rey; Amós, un pastor y recolector de fruta; Daniel, un primer ministro; Mateo, un cobrador de impuestos; Lucas, un doctor en medicina; Pablo, un rabino; y Pedro, un pescador, entre otros. La Biblia también fue escrita bajo una variedad de circunstancias. Fue escrita en 3 diferentes continentes. Europa, Asia y África. Sin embargo, los grandes temas de la Escritura se mantienen intactos en todos sus escritos. La Biblia no se contradice a sí misma. No hay forma en que esto pudiera haber sucedido, sin que Dios, el Espíritu Santo, supervisara la escritura de la Biblia.
Finalmente, la Biblia muestra unidad singular en su doctrina. Aunque los escépticos sostienen que algunas enseñanzas y narraciones bíblicas son contradictorias, lo cierto es que no se ha encontrado ninguna contradicción legítima en la Biblia
Compara esto con los escritos islámicos del Corán. Éste es el resultado de una compilación hecha por un solo individuo, Zaidbin Thabit, bajo la guía del suegro de Mahoma, Abu-Bekr. Posteriormente, en el año 650 d.C. un grupo de eruditos árabes conformaron una versión unificada y destruyeron todas las copias con variantes para preservar la unidad del Corán. La Biblia estaba ya unificada desde el momento de su escritura. La unidad del Corán fue forzada por un grupo de editores humanos.
4. La Brevedad y Omisión Bíblica
Tal vez pocos considerarían la brevedad y omisión bíblica como parte de la evidencia para su inspiración, pero estas son algunas de las características más sobresalientes que distinguen la Biblia de cualquier obra humana.
4.1. Omisión de detalles de la vida de Jesús.
Como habíamos visto, la Biblia se centra de principio a fin en la persona de Cristo. Al considerar que los judíos habían esperado por casi 2,000 años la llegada del Mesías profetizado, es fácil entender la presión que sentirían los que tuvieron la ardua labor de escribir los detalles en cuanto a la vida del Mesías. Qué escribir y qué no escribir, qué incluir y qué no incluir, serían las preguntas más difíciles de responder en las mentes de los escritores del evangelio. De manera interesante, aparte de la mención de algunos pocos eventos relacionados al nacimiento de Jesús, y una referencia a Jesús a la edad de 12 años (Lucas 2:41-52), los escritores del evangelio pasaron por alto los primeros 30 años de la vida del Mesías. ¿Qué escritor humano, al escribir una biografía de un personaje influyente, omitiría los primeros 30 años de su vida? Además, aunque el mundo religioso está lleno de descripciones de la apariencia física de Jesús, los escritores del evangelio no incluyeron ni siquiera una simple característica física clave para formarnos una idea de la apariencia externa del Salvador. La narración y descripción de los evangelistas en cuanto al Salvador desafía la explicación humana. Parece que los escritores del evangelio escribieron bajo la dirección (en este caso la limitación) de un Ser que trasciende la curiosidad humana.
4.2. Brevedad en la descripción de la muerte de Jacobo.
Considere también la muerte del primer apóstol, Jacobo (Hechos 12:2). En crudo contraste a las descripciones prolongadas que caracterizan a los escritos humanos, Lucas empleó menos de diez palabras para describir la muerte de uno de los personajes más prominentes de la iglesia naciente. Los hombres han escrito infinidad de libros extensos para abordar las muertes de personajes individuales tales como la Princesa Diana, el Presidente John F. Kennedy y Juan Pablo II. La contención con la cual los escritores de la Biblia escribieron es impresionante.
4.3. Brevedad en acontecimientos del más allá.
Finalmente, considere la brevedad de la información acerca del más allá. La narración más detallada de la vida después de la muerte se encuentra en Lucas 16; sin embargo, esta narración todavía es insuficiente para satisfacer el apetito carnal de la curiosidad humana. La brevedad bíblica en cuanto al más allá se encuentra en cruda oposición a las descripciones de otros libros que reclaman inspiración. Por ejemplo, el Corán abunda en descripciones materialistas del más allá, pero la Biblia ofrece solo lo suficiente para no abrumar al lector con un enfoque carnal de la vida después de la muerte.
Después de dar un vistazo a la brevedad y omisión bíblica, se puede concluir, como Wayne Jackson lo ha hecho, que la Biblia carece de algunas cosas que “sin duda hubieran estado allí si los documentos hubieran sido guiados por voluntad humana”. No hay duda que la brevedad y omisión de temas que satisficieran el apetito de los lectores demuestra que los escritores no estuvieron tratando de atraer la atención del lector por medio del sensacionalismo, sino que estuvieron tratando de satisfacer la voluntad de un Ser que opera en un ambiente ajeno a la curiosidad humana.
5. La Presciencia Bíblica
Una de las características más singulares y sobresalientes de la Biblia es su conocimiento anticipado de algunos hechos científicos. En las palabras del Dr. Henry Morris:
“Hay muchas verdades científicas inesperadas que han permanecido escondidas en sus páginas [de la Biblia] por miles de años, y que solamente se han reconocido y apreciado en tiempos recientes. Desde luego, no se expresan estos principios en el estilo técnico moderno, pero sin embargo se presentan de una manera exacta y hermosa, indicando un entendimiento remarcable de la naturaleza,…muy avanzado a su “descubrimiento” gracias a los científicos modernos.”
5.1. Según su Género
El relato de la Creación en el primer capítulo de la Biblia usa repetidamente las expresiones “según su género” y “según su especie” con referencia a la vida (1:11-12, 21, 24-25). Aunque alguien que lee superficialmente Génesis 1 puede considerar estas expresiones como repeticiones pesadas, lo cierto es que éstas enfatizan un hecho científico irrefutable: toda vida surge de la vida preexistente, y produce según su género. Una ley inquebrantable en la naturaleza es la Ley de la Biogénesis. Esta ley declara que los organismos vivos surgen solamente de organismos vivos de su propio género. Aunque esta idea describe un suceso diario común muy obvio para algunos, muchos científicos antiguos (y modernos), especialmente a causa de la influencia del pensamiento evolucionista, creyeron que la vida podía generarse de lo inanimado. Se conoce este concepto erróneo como la “generación espontánea”, y es la base de la teoría de la evolución de las especies. Los estudios profundos de Francesco Redi (1688) y Lazarro Spallanzani (1799) en Italia, Louis Pasteur (1860) en Francia, y Rudolph Virchow (1858) en Alemania desaprobaron la generación espontánea. Pero ¿cómo pudo Moisés, quien escribió el Pentateuco algo de 3,000 años antes de los estudios de estos científicos, establecer este hecho con tal precisión asombrosa?
5.2. Vida en la Sangre
Después que el Diluvio exterminó la mayor parte de la vida en la Tierra, Dios hizo pacto con los humanos que sobrevivieron a esta catástrofe. Dentro de las condiciones del pacto, Dios incluyó la prohibición de comer “carne con su vida, que es su sangre” (Génesis 9:4). Siglos después, cuando Dios dio los mandamientos al pueblo israelita, confirmó Su prohibición del consumo de sangre. Otra vez la razón fue: “Porque la vida de la carne en la sangre está” (Levítico 17:11; cf. vs. 14). Sin embargo, no siempre se aceptó la idea que la sangre es fundamental para la vida. Recién en 1616 se comenzó a entender la naturaleza circulatoria de la sangre, gracias a los trabajos del médico inglés William Harvey. La idea prevaleciente antes de la investigación de Harvey fue que la sangre era responsable de muchas enfermedades, y que al realizar el procedimiento de sangría (desangrado del paciente), el paciente podía llegar a recobrar la salud. Incluso después de la investigación de Harvey, muchos médicos todavía siguieron practicando el procedimiento de sangría. De hecho, George Washington (1732-1799), el primer presidente de los Estados Unidos, fue desangrado considerablemente cuatro veces hasta que sus fuerzas le abandonaron por completo. ¿Cómo se explica el hecho que la Biblia registre esta verdad médica miles de años antes de su descubrimiento?
5.3. La Circuncisión
Como señal del pacto antiguo, en Génesis 17:12 Dios mandó a Abraham que circuncidara a los recién nacidos varones de edad de ocho días. Este requerimiento divino pasó desapercibido por milenios—hasta que nuevos estudios médicos a comienzos del siglo XX descubrieron hallazgos impresionantes. Las plaquetas, la vitamina K y la protrombina se encargan de la coagulación de la sangre—lo cual es muy importante en cualquier proceso quirúrgico. El recién nacido no comienza a producir vitamina K (vitamina que produce protrombina) en cantidades adecuadas sino hasta el quinto día. Por ende, sería prudente posponer cualquier procedimiento quirúrgico los primeros cuatro días para evitar hemorragia. Aunque este hecho ya es remarcable (a la luz de la revelación bíblica), interesantemente, para el octavo día, el nivel de protrombina se eleva hasta el 110%, haciendo que el octavo día sea el día más seguro en la vida de un varón para la circuncisión. ¿Pura casualidad?
5.4. Las Innumerables Estrellas.
La astronomía es un campo de la ciencia en que se han hecho muchos descubrimientos y correcciones. Se han abandonado muchas de las ideas antiguas a la luz de la evidencia nueva. Este es el caso en cuanto a las estrellas. Antes de la invención del telescopio, los astrónomos solían especular en cuanto al número exacto de las estrellas. Por ejemplo, Claudio Ptolomeo (150 d.C. aprox.) contó 1,056 estrellas, Tycho Brahe listó 777 y Johannes Kepler contó 1,005. No obstante, la Biblia declaró más de 2,000 años atrás que “no puede ser contado el ejército del cielo” (Jeremías 33:22). El fallecido astrónomo de la Universidad de Cornell, Carl Sagan, una vez sugirió que se ha documentado más de 25 sextillones de estrellas, pero la cuenta todavía no ha terminado.
5.5. La Tierra es Circular
En Isaías 40:22, el escritor hizo referencia al “círculo de la tierra”. El término hebreo que Isaías empleó para “círculo” es chuwg, que “denota un círculo, esfera o arco”—a diferencia de algo plano. Aunque ahora la circunferencia de la Tierra es un asunto de conocimiento común, esta idea no fue común para el tiempo que Isaías escribió su libro (700 a.C. aprox.) y por algunos siglos después.
5.6. El Ciclo del Agua
Hace 3,000 años atrás, Salomón describió el ciclo del agua cuando escribió que “los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo” (Eclesiastés 1:7). Pero la idea del ciclo del agua no llegó a entenderse completamente sino hasta el siglo XVI y XVII.
5.7. Las normas higiénicas protegen la salud
La Ley de Dios obligaba a los israelitas a lavarse después de tocar un cadáver, poner en cuarentena a los que contraían una enfermedad contagiosa y deshacerse de forma adecuada de los excrementos humanos (Levítico 11:28; 13:1-5; Deuteronomio 23:13). No obstante, los egipcios de aquella época usaban excremento humano para preparar un ungüento que aplicaban a las heridas.
Estos ejemplos de presciencia bíblica (y otros, por ejemplo Job 38:16; Salmos 8:8; 102:25-26; Jeremías 31:37) muestran que los escritores de la Biblia no pudieron haber sabido estos hechos mediante el estudio, la experimentación o el conocimiento natural. Solo una Mente guiadora puede explicar estas “anomalías” bíblicas.
6. La Biblia presenta a sus héroes tal como eran en realidad
La Biblia presenta a sus héroes tal como eran en realidad, con todas sus fallas y debilidades. Tampoco glorifica a los hombres, como lo hacen otras religiones con sus héroes. Leyendo la Biblia se da uno cuenta de que las personas sobre las que escribe tenían problemas y cometían errores tal como nosotros lo hacemos. Lo que hacía grandes a los hombres de la Biblia era que confiaban en Dios. Un ejemplo es David, a quien se le describía como “un hombre conforme al corazón de Dios” (1 Samuel 13:14). Aun así, David cometió adulterio (2 Samuel 11:1-5) y también asesinato (2 Samuel 11:14-26). Esta información pudo haber sido fácilmente omitida de la Escritura, pero el Dios de la verdad la incluyó.