Los que abogan por esta teoría han tomado la posición opuesta de los que abogan por la teoría naturalista de la inspiración. Mientras que la teoría naturalista sostiene que los escritores de la Biblia gozaron de un talento humano único, esta teoría sostiene que Dios inspiró a los escritores en el sentido que les dictó cada palabra que debían escribir. Es decir, Dios usó a los escritores de la Biblia solamente como taquígrafos. Dios habló, y ellos escribieron.
Esta teoría transforma a los escritores de la Biblia en robots desprovistos de voluntad y estilo propio y si la Teoría de la Inspiración Mecánica fuera verdadera, el estilo literario y el vocabulario de los escritores sería el mismo por toda la Biblia. Sin embargo, si usted ha leído la Biblia, habrá notado que este no es el caso. El estilo de los escritores del Antiguo Testamento es diferente al estilo de los escritores del Nuevo Testamento. El estilo del apóstol Pablo es diferente al estilo del apóstol Pedro.
Existen muchas indicaciones bíblicas que descartan el dictado. Por ejemplo, Marcos y Lucas registraron las palabras de Jesús: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Marcos 10:25; cf. Lucas 18:25). Cuando Marcos anotó “aguja”, usó la palabra griega rafis, que hace referencia a una aguja de costura. Por otro lado, Lucas usó la palabra griega belone, que se usa frecuentemente para hacer referencia a la aguja de un cirujano. El hecho que Lucas usara la palabra griega para una aguja de cirujano tiene más sentido cuando aprendemos por Colosenses 4:14 que Lucas fue un médico. Él estuvo familiarizado con esta clase de aguja más que con las agujas de costura. Marcos y Lucas usaron dos palabras diferentes para expresar la misma enseñanza divina. Esta diferencia en palabras es evidencia de antecedentes y estilos diferentes.
En muchos casos los autores de la Escritura expresaron sus propios temores y sentimientos, o sus plegarias para la salvación divina, y de diversas maneras dejaron la impronta de su personalidad en el registro divino. La oración surgida del corazón de Pablo por Israel, en Romanos 9:1-3, por ejemplo, habría perdido su significado de haber sido dictada por Dios.
“Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.” De acuerdo, pues, con lo anteriormente expresado, mientras que la inspiración se extiende a toda palabra de la Escritura, no se desestima la personalidad humana, el estilo literario o el interés personal. La Biblia afirma la realización humana, al igual que lo hace con la autoridad divina del Libro. Dios cumplió con exactitud lo que Él quiso al dirigir a los autores humanos que la escribieron, pero sin el proceso mecánico del dictado. Algunas porciones de la Biblia fueron dictadas por Dios y así está indicado en el mismo texto sagrado, pero la mayor parte de la Biblia fue escrita por autores humanos usando sus talentos, personalidades y estilos para plasmar el mensaje sin evidencia de un dictado directo.