
Las partes más antiguas del AT tienen 3,500 años. La pregunta lógica que se nos presenta ante un documento de tanta antigüedad es simplemente ésta: El texto hebreo que hoy día tenemos, ¿es idéntico con el que se escribió hace miles de años? En otras palabras: ¿Cómo podemos estar seguros de que no se ha cambiado el contenido de los manuscritos?
Lamentablemente los escritos originales de la Biblia no sobreviven hoy en día, probablemente se desintegraron a través del tiempo.
Los escritores de la Biblia no grabaron sus palabras en piedras o metales; si no que utilizaron materiales perecederos, los más antiguos se escribieron sobre papiro y mucho más tarde los pergaminos, estos dos materiales de escritura estaban amenazados por la humedad, el moho y varios tipos de gusanos, teniendo a desaparecer con mayor facilidad el papiro.
Cuando los escritos originales dejaron de existir, estas copias se convirtieron en la base de los futuros manuscritos y así sucesivamente fueron haciéndose copias de otras copias durante siglos.
Los autores del AT como Moisés, Josué, Samuel y Jeremías, por ejemplo, recibieron revelaciones nuevas de parte de Dios, pero a su vez usaron material ya existente. Moisés fue educado en la corte de Faraón y tenía acceso a los archivos de los egipcios.
Como ya hemos visto, podemos partir del hecho de que todo el AT estaba hecho y terminado sobre el año 450 a.C.